
La sandia es una de las frutas más consumidas en la estación estival, gracias a su delicioso sabor y su gran contenido en nutrientes nos ayuda a refrescarnos en estos días tan calurosos. La sandia calma la sed siendo una de las frutas con más poder hidratante y diurético.
1. Es una fuente natural de vitaminas y minerales, lo que con su consumo ayuda a mantener la piel hidratada desde el interior, además su contenido en fibra contribuye a eliminar toxinas de nuestro organismo.
2. Esta fruta es un alimento ideal en dietas de adelgazamiento, ya que mejora la circulación, la digestión y la eliminación de líquidos.
3. La sandía contiene mucha agua (95 % aprox.) y una pequeña cantidad de fibra, las cuales son importantes para una digestión saludable. La fibra puede proporcionar volumen a tus heces, mientras que el agua ayuda a que el tracto digestivo se mueva eficientemente.
4. Además, la sandía es famosa por albergar licopeno, el pigmento antioxidante que da a la fruta su color rojo. Y esto es bueno para proteger el corazón.
5. Gracias al contenido en vitamina C, esta fruta también cuenta con propiedades cicatrizantes que ayudan a regenerar más rápido la piel dañada por quemaduras, cortes o traumatismos.
6. Es ideal para limpiar el rostro y combatir diferentes impurezas del cutis como poros abiertos, espinillas y granitos gracias a sus propiedades astringentes.
7. La sandía tiene un pigmento natural llamado beta-criptoxantina que puede proteger a tus articulaciones de la inflamación. Estudios demuestran que su ingesta podría disminuir la probabilidad de contraer artritis reumatoide a largo plazo.
8. Es rica en potasio, un mineral que podría reducir los calambres en el gimnasio. Puedes tomar zumo de sandía (o un par de tajadas) después de un entrenamiento o cualquier otra actividad de esfuerzo físico.
9. Pese a ser dulce, la sandía ayuda a mejorar los niveles de azúcar en sangre, lo que significa que es apta para personas diabéticas y pueden incluirla en su dieta sin ningún tipo de problema.
10. Es una gran fuente de beta-caroteno (por eso ese color rojizo de su interior) que se convierte en vitamina A. Ayuda a producir los pigmentos en la retina del ojo y protege contra la degeneración macular relacionada con la edad.
Imágenes pixabay
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