La parálisis del sueño es una incapacidad transitoria para realizar cualquier tipo de movimiento voluntario que tiene lugar durante el periodo de transición entre el estado de sueño y el de vigilia.​ Puede ocurrir en el momento de comenzar a dormir o en el de despertarse y suele acompañarse de una sensación de gran angustia.

Su duración suele ser corta, generalmente entre uno y tres minutos, tras los cuales la parálisis cede espontáneamente. Durante el episodio, la persona está totalmente consciente, con capacidad auditiva y táctil, pero es incapaz de moverse o hablar, lo que puede provocar gran ansiedad.

No obstante, no existe peligro alguno para la vida, pues los músculos respiratorios siguen funcionando automáticamente.

Está causado por una disociación entre los mecanismos que provocan la relajación muscular en el sueño de movimientos oculares rápidos (sueño MOR) y aquellos que mantienen el estado de alerta.

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Se han descrito varios factores que pueden asociarse a parálisis del sueño aunque no se conoce la causa exacta:

- No dormir lo suficiente
- No tener un horario regular para dormir, como quienes trabajan por turnos
- Estrés mental
- Dormir boca arriba

 

Los expertos "creen" que ocurre cuando la persona se encuentra bajo mucha presión o estrés, y al momento de dormir el cuerpo aún sigue estando alerta sobre la amenaza (estrés) lo que dificulta la posibilidad de recuperar el organismo. Algunos circuitos neuronales siguen sobreexcitados y produce algunas pesadillas que la persona puede sentir que son reales, se despierta abruptamente para defenderse pero el organismo no responde rápidamente. Esta falta de respuesta se debe a que el organismo está en momento de profunda relajación. Se cree que los neurotransmisores GABA y glicina además de otros neuropéptidos disminuyen fuertemente la actividad de la corteza motora y sean los causantes o al menos contribuyan.

Se pueden destacar tres factores cualitativos a partir de las experiencias que nos narran personas que padecen de la Parálisis del Sueño, como:

1. Factor «intruso»: sensación de una presencia, que se identifica como un “intruso” y sensación de temor; suele ir acompañado de alucinaciones visuales, auditivas y táctiles.

2. Factor «incubus»: sensación de ser tocado o presionado en alguna parte del cuerpo (con frecuencia en el pecho), con dificultad para respirar (asfixia), dolor y pensamientos de muerte inminente. Se denomina así como metáfora del relato arquetípico de los íncubos.

3. «Experiencia de movimiento ilusorio»: experiencias que incluyen sensaciones de movimiento como caer, volar, flotar, y experiencia extracorpórea.

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Son seis las experiencias típicas que suceden durante el transcurso de la parálisis:

1. Sensación de presencia: sensación de una o varias presencias en la casa a las que se considera como «intrusos». En algún momento sienten que la presencia se mueve, entra en la habitación, puede acercarse a la cama, incluso sentir presión en el colchón. La mitad de las personas relatan que saben que son observados fijamente, pero no saben identificar desde dónde.

2. Presencia amenazante: Se siente la amenaza de fuerzas sobrenaturales y demoníacas que buscan robar el alma o poseer el cuerpo del durmiente.

3. Alucinaciones visuales: En el caso de la presencia, esta queda fuera de la vista, camuflada entre las sombras de la habitación, imágenes detalladas de objetos y seres como fantasmas, figura oscura a los pies de la cama, esqueletos, calaveras, etc.

4. Alucinaciones auditivas: Son sonidos elementales, mecánicos e intensos, como zumbidos, rumores, siseos, correteos, rugidos, campanadas, golpes, vibraciones, silbidos, chillidos, rechinadas y gimoteos. En otros casos son sonidos identificables concretos como timbres de teléfono, sirenas, herramientas, motor eléctrico, golpes de puerta, arrastrar de muebles, vidrios o vajilla rompiéndose, música extraña, sonido de radio con ruido blanco o que recibe varias estaciones, sonidos de viento, rugido de olas del mar, etc.; las voces humanas son el sonido más frecuente en un 37 por ciento de los casos, en forma de griterío o leves susurros, sin mensaje identificable ni claro.

5. Alucinaciones táctiles: comunes y relacionadas con la presencia intrusiva; incluye la sensación de que el colchón se hunde, que alguien se sienta, que le retira las sábanas o que la agarra de las manos.

6. Dificultades respiratorias: sensaciones de presión en el pecho, dificultad para respirar, estrechez alrededor del cuello como si fuera estrangulado, y sensaciones de sofocación y asfixia; estas percepciones pueden explicarse por la parálisis de los músculos voluntarios; el estado de sofocación produce gran angustia, pánico y temor de morir asfixiado. Los ataques físicos en este sentido se asocian igualmente a la presencia maligna.

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Los síntomas de parálisis del sueño desaparecen de manera espontánea sin tener que realizar un tratamiento específico, no obstante, es importante acudir el médico en el caso de que los episodios sean regulares o frecuentes y si van acompañados de otros síntomas aparte de los ya mencionados.

Los expertos recomiendan las siguientes estrategias para minimizar los efectos de este trastorno:

1. Ser muy regulares en nuestros horarios de sueño, ya que se ha comprobado que el trastorno aumenta cuando vamos a dormir a horas diferentes

2. Hacer ejercicio durante la tarde y hasta tres horas antes de acostarse.

3. Evitar dormir menos de ocho horas

4. Tomar medidas para no sufrir estrés.

5. Tener buenos hábitos alimentarios con una dieta variada.

6. Rehuir las bebidas excitantes antes de acostarse.

Imágenes pixabay

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